Displasia de cadera

Displasia de cadera

La displasia de cadera es un desarrollo anormal de la articulación coxofemoral. Esta alteración ocurre principalmente en perros de raza grande pudiendo también afectar a los de razas pequeñas y gatos. En la mayoría de los casos llegando a ser bilateral (en ambos miembros posteriores).

La displasia se puede manifestar con varios grados de hiperlaxitud de los tejidos blandos adyacentes, inestabilidad, osteoartrosis y malformación de la cabeza femoral y acetábulo. La característica definitoria de la displasia de cadera es un encaje imperfecto entre los huesos de la articulación coxal, la cabeza femoral y el acetábulo.

La articulación coxofemoral está formada por  la cabeza femoral (superficie convexa), asentada en el acetábulo (superficie cóncava)  en forma firme y profunda. El acetábulo lo forman tres huesos: el Ilion, el Isquion y el Pubis (pelvis). La cápsula articular posee una rígida capa de tejido conjuntivo fibroso y de la membrana sinovial, a partir de la cual se forma el líquido sinovial.

La displasia de cadera es uno de los trastornos articulares más estudiados, siendo la causa de mas importante de osteoartritis de cadera en perro. Es un desorden hereditario, con una tasa de heredabilidad aproximada del 2 – 6 %.  Como la mayoría de las enfermedades, la displasia de cadera puede aparecer en grados variables desde leve a grave.

La mayoría pero no todas las caderas displasicas sufren eventualmente de artrosis. Puede desarrollarse atrofia de la cadera y los músculos del muslo, dependiendo de cómo se afecte la función de la cadera.

Las articulaciones de la cadera son normales al momento del nacimiento pero existe una predisposición poligenica por la cual los genes afectan el desarrollo del cartílago, tejido conectivo de soporte y músculos de la cadera y no al esqueleto principalmente. Los cachorros nacen normales con caderas normales, las anormalidades de la displasia aparecen durante el crecimiento.

Se ha reducido la incidencia de esta enfermedad, cruzando solamente perros cuyas caderas son radiográficamente normales. Si los dos progenitores tienen displasia de cadera aproximadamente solo el 93% será anormal.

Los signos clínicos de la displasia de cadera varían según la edad del animal. Muy a menudo no hay signos apreciados por los propietarios.

Los pacientes con displasia de cadera se dividen en dos grupos:

1.- Perros jóvenes entre 4 y 12 meses

2.- Animales de más de 15 con enfermedad crónica.

Los perros jóvenes presentan síntomas repentinos de la enfermedad unilateral (a veces bilateral) que se caracterizan por una disminución repentina de la actividad, la cual puede estar asociada a dolor intenso de las extremidades posteriores, pudiendo presentar dificultad para levantarse, disminución de la disposición para caminar, correr, saltar y subir escaleras.

Es común observar una marcha en salto de conejo, levantamiento de las extremidades posteriores a la hora de correr.

Los perros más viejos presentan un aspecto clínico diferente porque padecen una enfermedad articular degenerativa crónica y dolor asociado a ella. La claudicación puede ser unilateral o bilateral, con manifestaciones repentinas después ejercitarse o actividad intensa.  La mayoría de los signos clínicos se producen como resultado de los cambios degenerativos crónicos en la articulación.

El perro prefiera a veces estar sentado que en estación, y se levanta con lentitud y en algunos casos con mucha dificultad.

HALLAZGOS RADIOGRÁFICOS

La confirmación radiográfica es fundamental para establecer un diagnostico positivo.

La evaluación radiografía de la displasia requiere una buena relajación para conseguir una posición adecuada en decúbito dorsal (ventro-dorsal) con las extremidades posteriores extendidas paralelas entre sí y con ambas rotulas centradas. Se recomienda en algunos casos realizarlas bajo sedación.

OTROS MÉTODOS DE DIAGNÓSTICO DE LA DISPLASIA DE CADERA

Aparte del diagnóstico radiológico, existen otras posibilidades para poder ver si un cachorro está afectado de Displasia de cadera. Dentro de las principales pruebas diagnostica se encuentran el Test de ortolani, la prueba de barden y el método PENNHIP, cada una de ellas con sus respectivas ventajas y desventajas al momento de realizarse y cabe destacar que es necesario tener suficiente experiencia para la realización de las mismas y en el caso el caso del método PENNHIP se requiere certificaciones especiales para la validez del diagnóstico de displasia.

CLASIFICACION

La Fundación Ortopédica para animales (OFA) ha elaborado un registro de displasia de cadera como resultado de la evaluación de muchas radiografías y se han establecidos 7 grados de variación en la congruencia de la cabeza femoral y el acetábulo. El perro debe tener más de 2 años para poder aplicarle esta clasificación.

1.- Excelente: conformación casi perfecta.

2.- Bueno: conformación normal para la edad y la raza del animal.

3.- Aceptable: menos que óptimo, pero dentro de los límites radiográficos normales.

4.- Dudoso: categoría en que las anormalidades pequeñas de las caderas no pueden a menudo valorarse por una mala posición radiográfica. Son pacientes candidatos a repetir examen radiográfico cada 6 u 8 meses.

Los animales displasicos se clasifican en 3 categorías:

1.- Leve.

2.- Moderada.

3.- Grave.

Los perros con displasia moderada y grave suelen estar afectados clínicamente.

La claudicación en los miembros posteriores no siempre se debe a displasia de cadera, por lo que es importante realizar un examen ortopédico y neurológico completo para determinar la causa de la claudicación.

Hay muchas condiciones con semiología común que pueden confundir al veterinario y hacer sospechar de una displasia de cadera, como por ejemplo ruptura del ligamento cruzado anterior, luxación patelar, desgastes de los meniscos, artropatías degenerativas idiopáticas e inmunomediadas.

Muchos de estos pacientes pueden tratarse con métodos conservadores como la reducción del ejercicio, evitar ciertas prácticas deportivas e incluso disminuir el sobre peso. La administración de fármacos analgésicos y antinflamatorios está indicado en muchos pacientes.

La opción quirúrgica está indicada en casi todos los casos dependiendo principalmente la edad del paciente al momento del diagnóstico. Las alternativas quirúrgicas pueden variar desde reemplazo de la articulación o escisión de la misma (exceresis de la cabeza femoral), entre otras.

La fisioterapia también es otra alternativa a utilizar en estos pacientes, cuyo objetivo variara dependiendo si se opta por una opción convencional o resolución quirúrgica. El objetivo principal es evitar la atrofia y movilidad de la articulación.

Es importante recalcar entonces que en las razas más comunes  afectadas por esta patología y en caso de tener signos clínicos sugestivos los chequeos médicos regulares pueden permitir un diagnóstico temprano e iniciar una terapéutica según cada caso para evitar el dolor y la progresión rápida de la enfermedad. Ante cualquier duda siempre consulte con su médico veterinario de confianza.


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